11 de junio de 2010

La impunidad en Venezuela

Eran las 12:00 del mediodía del 7 de febrero del 2010 cuando Magalys “Bebeka” Pichardo envió a su hijo menor, Taner De Oliveira, a comprar pan en un establecimiento de Maracay, estado Aragua. Minutos después la mujer lloraba desconsoladamente sobre el cadáver del muchacho; tres disparos habían acabado con el joven y dieron comienzo a un viacrucis de sufrimiento.
Desde ese fatídico día “Bebeka” ya no sonríe, sólo sufre la pérdida de su hijo de 24 años de edad. Para colmo de males, el crimen fue catalogado por el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas como un ajuste de cuentas, situación que quebrantó aún más el ánimo de esta mujer.
“Yo se lo que parí, lo que crié y lo que la violencia me arrebató, y puedo asegurar que no era ningún malandro. Mi Taner estudiaba para ser actor y estaba en un voluntariado que ayudaba a comunidades indígenas en el sur del país”.

Cifras poco alentadoras
Sin importar que su dignidad y la de su hijo fueran pisoteadas por quienes debían hacer justicia, Pichardo dio comienzo a una constante, y dispareja, lucha contra la impunidad, problema que según el Observatorio Venezolano de Violencia (OVV) afecta al 91% de los homicidios reportados en la nación.
Esta misma organización reveló que entre 1998 y 2009 en Venezuela fueron asesinadas 123.091 personas, y estima que para este año la cifra supere los 18 mil homicidios en todo el territorio nacional.
“No me importan las consecuencias, pero quiero que den con los responsables del crimen que no sólo acabó con la vida de mi Taner, sino que acabó con la mía también”, explica la mujer mientras la voz se le va quebrando poco a poco.
Y es que el caso de “Bebeka” Pichardo aún continúa en fase de averiguaciones por parte del Cicpc, formando así parte de la gran sombra que abarca el árbol de la impunidad en Venezuela.
“Qué más da, perdí a mi hijo, dejé mi casa, mis recuerdos, ya no oigo su voz… ni veo sus hermosos ojos color miel, ni oigo sus locuras para hacerme reír hasta secarme la garganta”.

Otra cara de la moneda
Contrario al caso de “Bebeka” está el de Bartolo López, cuyo hijo fue asesinado el 27 de marzo del 2010 en la avenida Libertador de Ciudad Guayana; hecho por el que se encuentran detenidos tres efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) y un civil.
Tras pasar la noche junto a otros cuatro amigos en el club nocturno New Finger, Alonso López tuvo una discusión con los propietarios del local, altercado que dio pie a una pelea y posteriormente a la muerte del joven y dos de sus acompañantes, Danny Malavé y Víctor González.
La sed de justicia hizo que los allegados de los jóvenes investigaran qué había ocurrido esa noche y denunciaron públicamente los detalles que descubrieron.
“Nos dio miedo, porque descubrimos que eran guardias los que los habían matado a nuestros muchachos, pero si callábamos éramos cómplices también”.
La presión de la opinión pública llevó a la Fiscalía Tercera del Ministerio Público a solicitar la captura de los responsables e iniciar así un proceso judicial en su contra. Los homicidas fueron imputados por el delito de homicidio calificado y enviados al Internado Judicial de Monagas, mejor conocido como La Pica, mientras se desarrollan el resto de las investigaciones del caso.

Deterioro de la justicia
Cecilia Sosa Gómez, ex presidenta del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), explica la impunidad es un sentimiento común en todos los venezolanos puesto que las cifras demuestran que el delito prácticamente no es castigado.
“Se da (la impunidad), porque el sistema de administración de justicia no está armonizado. No trabaja como debe ser”.
Las estadísticas muestran que las acciones para luchar contra la impunidad: perseguir la corrupción, la violación de los Derechos Humanos, delitos comunes, la violencia intrafamiliar, no bajan de un 70%, es decir, sólo 30 de cada 100 casos son esclarecidos y penados.
Para Sosa esto representa un deterioro del sistema de justicia venezolano; detrimento que va ligado a la politización, corrupción y lentitud existente dentro circulo judicial de la nación, así como por la ignorancia de la población al momento de exigir el cumplimiento de la ley.
Para contextualizar sus argumentos, la ex presidenta del TSJ relata que hace un año su hijo falleció en un accidente de tránsito y aún no ha podido conocer los resultados de un proceso de investigación que “ni avanza ni retrocede”.

¿A qué atenerse?
“Hay que hacer presión”, asegura Sosa como medio principal para combatir la impunidad. Un esfuerzo para reestablecer el valor de la ley es fundamental.
Quedarse de brazos cruzados es lo peor que se puede hacer, ya que eso convierte en cómplice de este grave problema. Si las instituciones no cumplen con la labor que deben hacer, hay que recordarles para qué fueron designadas.
Caso contrario, la población podría empezar a tomar justicia por sus propias manos, cansados de la falta de respuesta de los organismos encargados de aplicarla.
“Hay que presionar. Eso es lo primordial”, reiteró la ex presidenta del TSJ ante la multitud de casos que aún se encuentran bajo la sombra de la impunidad.

4 de junio de 2010

PEB y la seguridad ciudadana


La seguridad ciudadana se ha convertido en uno de los principales temas de la opinión pública venezolana. Por esta razón, se realizó una entrevista al comandante general de la Policía del estado Bolívar (PEB), Julio César Fuentes Manzulli; diálogo en el que fueron tratados varios aspectos de este tema.
Uno de los primeros puntos a tratar fue el caso de los funcionarios policiales incursos en diversos delitos. “Es una problemática generada por la corrupción de algunos efectivos. Esto dio pie a que se realizaran averiguaciones internas y por parte del Ministerio Público”, explicó Fuentes Manzulli.
Señaló que apenas se detecta alguna irregularidad, el funcionario involucrado es puesto a la orden de los entes administradores de justicia y sometidos a investigaciones administrativas. “Tal y como pasó con los funcionarios que ajusticiaron a unas personas en Caicara del Orinoco”, ejemplificó el comandante de la PEB.
Reveló además que desde el 2006 hasta la fecha, han sido iniciados mil 100 procesos de investigaciones a efectivos inmersos en diversos tipos de delitos, pesquisas que han culminado con la destitución de 346 efectivos de la PEB.

Combatiendo el déficit policial
“Un estudio realizado entre el 2003 y el 2005 por la Comisión Nacional para la Reforma Policial determinó que la Policía del estado Bolívar era la más disminuida respecto a población. Había un efectivo por cada 3 mil habitantes”, explicó Fuentes Manzulli.
Indicó además que la desinversión de gobiernos anteriores era la causal de este problema, ya que sólo se había invertido 1% del presupuesto regional para costear los gastos en materia de seguridad.
“Para el 2004 sólo había 1600 funcionarios, 36 patrullas y 24 motos. Actualmente hemos crecido en un 56 porciento, ya contamos con 2500 funcionarios y 300 que están realizando sus estudios en la escuela policial”, destacó el uniformado.
Reveló que actualmente existe un funcionario policial por cada 2 mil habitantes del estado, aunque se espera llegar a cumplir con lo establecido por la Organización de las Naciones Unidad (ONU), donde señalan que lo ideal sería 7 uniformados por cada mil moradores.

Otros tópicos
Manzulli también fue abordado con preguntas sobre el índice de homicidios reportados en Ciudad Guayana y sobre la Ley de Policía Nacional.
Sobre el primer tópico, el comandante de la PEB indicó que “a medida que aumenta la población de la ciudad, aumentan sus índices de criminalidad. En el caso de Ciudad Guayana, 90 porciento de los hechos de sangre registrados se tratan de ajustes de cuentas”.
Respecto a la Ley de Policía Nacional, reveló que ya la PEB se está adaptando a los lineamientos y estándares de esta normativa y que esperan cumplirlas por completo para finales del 2010.

28 de mayo de 2010

Burundanga en Ciudad Guayana








No se trata de una salsa brava, ni de un compañero en Twitter del presidente Chávez, se trata de una potente droga que domina la voluntad de las personas a las que es suministrada en cuestión de segundos y la convierte en presa fácil del delincuente actuante.
Estamos hablando de la  Burundanga, conocida científicamente como Escopolamina, una sustancia psicotrópica extraída de plantas centroamericanas como la Hierba del Diablo y la Trompeta de Ángel , -cuyos usos datan desde la era precolombina- que ingresó a Venezuela hace varios años ya y que ha causado estragos a nivel social.
Aunque los casos de dopaje con esta droga en Ciudad Guayana son poco conocidos o denunciados -por lo que son considerados como leyendas urbanas-, justo ayer viví muy de cerca esta situación, cuando mi padre fue drogado con Burundanga para ser atracado.

Comienza la odisea
El último contacto telefónico que tuvo mi papá antes de ser víctima de esta arremetida hamponil fue a las 10:40 de la mañana, cuando habló con mi hermano para preguntarle si ya habían reparado la nevera que tiene en su residencia en Ciudad Bolívar. Luego de esa llamada no se supo más nada de él, hasta las 12:00 del mediodía, cuando un grupo de funcionarios de la Policía estadal (PEB) lo atendió tras haber chocado el carro contra una defensa en la Redoma La Piña.
La sorpresa de los funcionarios fue encontrarse con un hombre que a simple vista estaba desvanecido y que al verlos apenas pudo decirles, con un verbo adormilado y pesado, "llamen a mi sobrino... él es policía... llámenlo por favor". La suerte no había abandonado del todo a mi padre y justo al pronunciar estas palabras sonó su teléfono celular, era mi primo quien llamaba y fue el que dio la orden de no tocarlo hasta que él llegara.
Desde Vista al Sol, en San Félix, hasta la Redoma La Piña, en Puerto Ordaz, el recorrido es de aproximadamente 30 minutos, pero mi primo, motorizado de la PEB, llegó en cinco minutos. Inmediatamente pasó a mi padre al puesto del copiloto y, escoltado por una patrulla y dos motos, lo trajo hasta la casa. Mi mamá, mi hermano y yo, estábamos inocentes de lo que ocurría, hasta que escuchamos las sirenas en el estacionamiento y vimos a mi papá desvanecido, por lo que inmediatamente lo llevaron hasta la clínica.

Siete horas de efecto
Tras dos horas de estar en el centro médico, mi padre me explicó, con mímicas, que una mujer le tocó la mano mientras estaba realizando una consulta en el cajero del  Banco Caroní ubicado en el Santo Tomé de Los Olivos, en Puerto Ordaz. Luego de ese contacto es poco lo que se acuerda. Indicó que se había montado solo en el carro y que empezó a manejar, hasta que lo "estacionó" -falso recuerdo de su memoria, porque lo chocó- y empezó a "ver muchos policías y motos".
Estando en la camilla empezó a vomitar fresas, no me preocupé pensando que las había comido en el desayuno. Tras varios minutos de conversaciones incoherentes, mareos y vómitos, lo dejé al cuidado de mi madre y fui a inspeccionar el carro en el que andaba mi papá. Mi sorpresa fue grande al ver que el asiento trasero estaba bañado en crema de leche y en piso había fresas regadas por dorquier. También encontré un vaso tequilero y un saladito de queso, cosa que no come mi papá.
Cerca de las 6:00 de la tarde, y después de suministrarle 1500 cc de suero con otras medicinas para sacarlo del trance, mi papá fue dado de alta y llevado a la casa. Durmió toda la noche y al despertar, ya su mente estaba más clara, aunque aún no recuerda lo que ocurrió desde que lo drogaron hasta su estadía en la clínica.
Tras investigar por Internet entendí el modus operandi con el que le robaron dinero, cheques y otros papeles a mi papá. Todo lo que encontré en el carro tenía su razón de ser: La mujer lo tocó y le suministró una dosis que lo atontó, luego -aunque mi padre no se acuerda de esto- lo siguieron hasta el carro y se montaron con él. Estando ya atontado, le dieron fresas y crema de leche que seguramente tendría más dosis de Escopolamina y así lograron llevarlo hasta el estado que ellos querían lograr para que quedara sin voluntad y así poder ruletearlo y atracarlo.



22 de mayo de 2010

11 homicidios por semana

Las estadísticas rojas de Ciudad Guayana durante los primeros 141 días del 2010 no ofrecen un panorama nada alentador para los habitantes de la ciudad industrial.
Y es que en este breve período de tiempo las autoridades policiales han atendido 220 casos de homicidios, lo que -estadísticamente hablando- equivale a un asesinato cada 15 horas u 11 hechos de sangre a la semana.
Es de resaltar que la mayoría de estos crímenes tienen como escenario a San Félix. Muestra de esto es que en cuatro meses y 21 días, este eje de Ciudad Guayana ha reportado 161 asesinatos; mientras que los 59 restantes ocurrieron en Puerto Ordaz.
Para explicar mejor las cifras a las que se enfrentan día a día los ciudadanos del municipio Caroní hay que señalar que en enero ocurrieron 70 homicidios, febrero cerró con 51, marzo con 40, abril con 39 y en 21 días de mayo ya van 20 asesinatos. Entre las víctimas resaltan 8 mujeres, 18 adolescentes, un efectivo de la Guardia Nacional Bolivariana y un sacerdote.
De esta cantidad de homicidios, apenas un 90% ha sido esclarecido por los efectivos del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc); el resto sigue siendo un "cangrejo" para la justicia venezolana y los homicidas siguen disfrutando de los altos índices de impunidad que imperan en la región.

Origen del problema
Respecto a este grave problema que vive la sociedad guayanesa, el coronel Julio César Fuentes Manzulli, comandante general de la Policía del estado Bolívar (PEB), explicó que los problemas sociales de una ciudad van a la par con el crecimiento y desarrollo de la misma.
“A mayor población, son más los delitos, además que Ciudad Guayana se caracteriza por un alto poder adquisitivo, hecho que hace que sus habitantes sean un blanco para los delincuentes, cosa que se evidencia con el índices de robo y hurtos de vehículos, así como de homicidios”, señaló el funcionario.
Agregó además que a pesar del desarrollo positivo de la ciudad -entiéndase positivo como comercio, construcción, venta de propiedades y poder adquisitivo- está el desarrollo negativo, lo que implica el crecimiento de barriadas; hecho que trae consigo la proliferación de la delincuencia.
Respecto al último aspecto mencionado, Fuentes Manzulli también mencionó que las disputas por las “plazas” para vender drogas y las rencillas entre bandas, inciden significativamente en el creciente número de homicidios y en la impunidad.

Otra teoría
Por otra parte, la profesora y criminóloga Marina Rangel explica que los orígenes de los índices delictivos en Ciudad Guayana, vienen dados por varios factores que se han desarrollado a la par con el crecimiento del municipio.
Agrega la Teoría Sociológica del Delito, expone mejor el porqué de la situación. “El ambiente o entorno hace que un individuo sea más propenso o no a cometer hechos punibles. El entorno afecta, así como las conductas que se aprenden e imitan allí, es decir, la cultura. Por lo que al existir un alto nivel de descomposición social, ya sabemos qué es lo que saldrá de las relaciones interpersonales entre individuos acostumbrados a delinquir”, indica Rangel.
Esta criminóloga resalta que el Estado debe tener políticas en materia penal, para determinar planes de prevención del delito y así reducirlo a niveles aceptables, "ya que el delito nunca va a dejar de existir”. El problema radica -según Rangel- en que estas políticas que debería desarrollar el Poder Ejecutivo, no se aplican. “Éste es un Estado represor, más que preventivo”, acota.
Esto sólo indica que de no tomarse las medidas pertinentes para combatir efectivamente la criminalidad en Ciudad Guayana, el problema seguirá lejano a resolverse y los habitantes de la urbe serán quienes paguen las consecuencias.

7 de mayo de 2010

¡Esto es lo que hay!

Bienvenidos lectores. Este blog ofrecerá una visión -mi visión- sobre los hechos delictivos que han venido azotando a los habitantes de Ciudad Guayana en los últimos años.

Advertencia: Aunque me desempeño como redactor y fotógrafo de la fuente de Sucesos del Correo del Caroní, las opiniones aquí emitidas están completamente desvinculadas a este medio.