28 de mayo de 2010

Burundanga en Ciudad Guayana








No se trata de una salsa brava, ni de un compañero en Twitter del presidente Chávez, se trata de una potente droga que domina la voluntad de las personas a las que es suministrada en cuestión de segundos y la convierte en presa fácil del delincuente actuante.
Estamos hablando de la  Burundanga, conocida científicamente como Escopolamina, una sustancia psicotrópica extraída de plantas centroamericanas como la Hierba del Diablo y la Trompeta de Ángel , -cuyos usos datan desde la era precolombina- que ingresó a Venezuela hace varios años ya y que ha causado estragos a nivel social.
Aunque los casos de dopaje con esta droga en Ciudad Guayana son poco conocidos o denunciados -por lo que son considerados como leyendas urbanas-, justo ayer viví muy de cerca esta situación, cuando mi padre fue drogado con Burundanga para ser atracado.

Comienza la odisea
El último contacto telefónico que tuvo mi papá antes de ser víctima de esta arremetida hamponil fue a las 10:40 de la mañana, cuando habló con mi hermano para preguntarle si ya habían reparado la nevera que tiene en su residencia en Ciudad Bolívar. Luego de esa llamada no se supo más nada de él, hasta las 12:00 del mediodía, cuando un grupo de funcionarios de la Policía estadal (PEB) lo atendió tras haber chocado el carro contra una defensa en la Redoma La Piña.
La sorpresa de los funcionarios fue encontrarse con un hombre que a simple vista estaba desvanecido y que al verlos apenas pudo decirles, con un verbo adormilado y pesado, "llamen a mi sobrino... él es policía... llámenlo por favor". La suerte no había abandonado del todo a mi padre y justo al pronunciar estas palabras sonó su teléfono celular, era mi primo quien llamaba y fue el que dio la orden de no tocarlo hasta que él llegara.
Desde Vista al Sol, en San Félix, hasta la Redoma La Piña, en Puerto Ordaz, el recorrido es de aproximadamente 30 minutos, pero mi primo, motorizado de la PEB, llegó en cinco minutos. Inmediatamente pasó a mi padre al puesto del copiloto y, escoltado por una patrulla y dos motos, lo trajo hasta la casa. Mi mamá, mi hermano y yo, estábamos inocentes de lo que ocurría, hasta que escuchamos las sirenas en el estacionamiento y vimos a mi papá desvanecido, por lo que inmediatamente lo llevaron hasta la clínica.

Siete horas de efecto
Tras dos horas de estar en el centro médico, mi padre me explicó, con mímicas, que una mujer le tocó la mano mientras estaba realizando una consulta en el cajero del  Banco Caroní ubicado en el Santo Tomé de Los Olivos, en Puerto Ordaz. Luego de ese contacto es poco lo que se acuerda. Indicó que se había montado solo en el carro y que empezó a manejar, hasta que lo "estacionó" -falso recuerdo de su memoria, porque lo chocó- y empezó a "ver muchos policías y motos".
Estando en la camilla empezó a vomitar fresas, no me preocupé pensando que las había comido en el desayuno. Tras varios minutos de conversaciones incoherentes, mareos y vómitos, lo dejé al cuidado de mi madre y fui a inspeccionar el carro en el que andaba mi papá. Mi sorpresa fue grande al ver que el asiento trasero estaba bañado en crema de leche y en piso había fresas regadas por dorquier. También encontré un vaso tequilero y un saladito de queso, cosa que no come mi papá.
Cerca de las 6:00 de la tarde, y después de suministrarle 1500 cc de suero con otras medicinas para sacarlo del trance, mi papá fue dado de alta y llevado a la casa. Durmió toda la noche y al despertar, ya su mente estaba más clara, aunque aún no recuerda lo que ocurrió desde que lo drogaron hasta su estadía en la clínica.
Tras investigar por Internet entendí el modus operandi con el que le robaron dinero, cheques y otros papeles a mi papá. Todo lo que encontré en el carro tenía su razón de ser: La mujer lo tocó y le suministró una dosis que lo atontó, luego -aunque mi padre no se acuerda de esto- lo siguieron hasta el carro y se montaron con él. Estando ya atontado, le dieron fresas y crema de leche que seguramente tendría más dosis de Escopolamina y así lograron llevarlo hasta el estado que ellos querían lograr para que quedara sin voluntad y así poder ruletearlo y atracarlo.



22 de mayo de 2010

11 homicidios por semana

Las estadísticas rojas de Ciudad Guayana durante los primeros 141 días del 2010 no ofrecen un panorama nada alentador para los habitantes de la ciudad industrial.
Y es que en este breve período de tiempo las autoridades policiales han atendido 220 casos de homicidios, lo que -estadísticamente hablando- equivale a un asesinato cada 15 horas u 11 hechos de sangre a la semana.
Es de resaltar que la mayoría de estos crímenes tienen como escenario a San Félix. Muestra de esto es que en cuatro meses y 21 días, este eje de Ciudad Guayana ha reportado 161 asesinatos; mientras que los 59 restantes ocurrieron en Puerto Ordaz.
Para explicar mejor las cifras a las que se enfrentan día a día los ciudadanos del municipio Caroní hay que señalar que en enero ocurrieron 70 homicidios, febrero cerró con 51, marzo con 40, abril con 39 y en 21 días de mayo ya van 20 asesinatos. Entre las víctimas resaltan 8 mujeres, 18 adolescentes, un efectivo de la Guardia Nacional Bolivariana y un sacerdote.
De esta cantidad de homicidios, apenas un 90% ha sido esclarecido por los efectivos del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc); el resto sigue siendo un "cangrejo" para la justicia venezolana y los homicidas siguen disfrutando de los altos índices de impunidad que imperan en la región.

Origen del problema
Respecto a este grave problema que vive la sociedad guayanesa, el coronel Julio César Fuentes Manzulli, comandante general de la Policía del estado Bolívar (PEB), explicó que los problemas sociales de una ciudad van a la par con el crecimiento y desarrollo de la misma.
“A mayor población, son más los delitos, además que Ciudad Guayana se caracteriza por un alto poder adquisitivo, hecho que hace que sus habitantes sean un blanco para los delincuentes, cosa que se evidencia con el índices de robo y hurtos de vehículos, así como de homicidios”, señaló el funcionario.
Agregó además que a pesar del desarrollo positivo de la ciudad -entiéndase positivo como comercio, construcción, venta de propiedades y poder adquisitivo- está el desarrollo negativo, lo que implica el crecimiento de barriadas; hecho que trae consigo la proliferación de la delincuencia.
Respecto al último aspecto mencionado, Fuentes Manzulli también mencionó que las disputas por las “plazas” para vender drogas y las rencillas entre bandas, inciden significativamente en el creciente número de homicidios y en la impunidad.

Otra teoría
Por otra parte, la profesora y criminóloga Marina Rangel explica que los orígenes de los índices delictivos en Ciudad Guayana, vienen dados por varios factores que se han desarrollado a la par con el crecimiento del municipio.
Agrega la Teoría Sociológica del Delito, expone mejor el porqué de la situación. “El ambiente o entorno hace que un individuo sea más propenso o no a cometer hechos punibles. El entorno afecta, así como las conductas que se aprenden e imitan allí, es decir, la cultura. Por lo que al existir un alto nivel de descomposición social, ya sabemos qué es lo que saldrá de las relaciones interpersonales entre individuos acostumbrados a delinquir”, indica Rangel.
Esta criminóloga resalta que el Estado debe tener políticas en materia penal, para determinar planes de prevención del delito y así reducirlo a niveles aceptables, "ya que el delito nunca va a dejar de existir”. El problema radica -según Rangel- en que estas políticas que debería desarrollar el Poder Ejecutivo, no se aplican. “Éste es un Estado represor, más que preventivo”, acota.
Esto sólo indica que de no tomarse las medidas pertinentes para combatir efectivamente la criminalidad en Ciudad Guayana, el problema seguirá lejano a resolverse y los habitantes de la urbe serán quienes paguen las consecuencias.

7 de mayo de 2010

¡Esto es lo que hay!

Bienvenidos lectores. Este blog ofrecerá una visión -mi visión- sobre los hechos delictivos que han venido azotando a los habitantes de Ciudad Guayana en los últimos años.

Advertencia: Aunque me desempeño como redactor y fotógrafo de la fuente de Sucesos del Correo del Caroní, las opiniones aquí emitidas están completamente desvinculadas a este medio.